La hache que no queria ser muda


El juego de poderes en el sistema sanitario acaba dejando poco espacio para salirse del camino que entre todos se traza para evitar que nadie roce el terreno de otros. Por eso los que intentan cambiar las cosas, o seguir un camino diferente, lo acaban teniendo muy difícil y finalmente son reconducidos por la mismísima inteligencia colectiva a un punto de encuentro común, con un espacio (controlado) para hacer locuras que no consigan cambiar nada.

Como cantaba Ruben Blades, «si naciste pa’martillo del cielo te caen los clavos«. Y en el mundo de las organizaciones sanitarias pasa algo parecido, el destino está escrito, parece que todas las señales apuntan en la misma dirección, y cualquier giro inesperado acaba mal. Y no hablamos de protocolos asistenciales ni de modelos sanitarios públicos o privados, sino de funciones, de trabajo en equipo, de poder mal repartido, de relaciones entre colectivos profesionales, de luchas internas. En definitiva, de costumbres arcaicas que siguen siendo el centro de la cultura.

La resistencia ha llegado a límites insostenibles, todos quieren ganar y nadie quiere cambiar (ojo, no hablamos de perder), nadie se atreve a nadar en mares de riesgo e incertidumbre. Y solo hay reacción cuando tiemblan los cimientos, cuando vemos que el iceberg es más grande que nosotros. Y las razones y la evidencia no existen, nada es lógico, y el análisis riguroso y objetivo desaparece. Julio Mayol habla de algo parecido en su blog y lo titula de una forma muy llamativa: «Si no se te levanta».

El problema es que después del iceberg, cuando la política vuelva a dejar tranquilo al sistema sanitario, todo volverá a ser como siempre. O no…


Salud con cosas