Los medicamentos genéricos no se venden con un nombre comercial registrado sino por el principio activo que los caracteriza. Pasan un estricto control de calidad y para que sean considerados equivalentes deben tener el mismo principio activo y en la misma cantidad y calidad que el del medicamento de marca, deben haber demostrado la misma capacidad terapéutica y debe actuar en el mismo sitio en el que actuaría el medicamento de marca.
Las ventajas de los medicamentos genéricos son su precio, en ocasiones muchísimo más baratos que los de marca.
Los puntos oscuros de estos medicamentos son que se admite un porcentaje de variación en el margen de actividad del medicamento, que suele ser del 20%. Por esta razón no existen medicamentos genéricos en aquellos casos en que una pequeña variación en el margen de actividad tiene efectos importantes sobre el paciente.
Los excipientes usados en estos medicamentos tampoco tienen que ser iguales, y esto no es importante, salvo que haya alguna alergia a algún excipiente concreto.
Y otro punto oscuro es que al haber muchos fabricantes, cada uno lo puede fabricar con su forma, color y sabor determinado y confundir así a los pacientes.
A favor de los medicamentos de marca está la investigación, la principal diferencia de precio está basada en que los fabricantes de genéricos no investigan ni pagan patentes, algo que si ocurre en los fabricantes con marca comercial y eso podría ir en contra de la mejora en las medicinas.